Yo uno más del montón.
Tú la única.
Nosotros no existimos.
He probado todo, sin excepción no hay día que no cuente hasta 30 antes de salirme de la ducha para ver si así el mundo se parara y tú me quisieras.
Hago el pino-puente para ver si sales por la boca.
Te intento borrar de mis sueños para que no aparezcas más en mis recuerdos.
Yo juguete, bola de papel, puro entretenimiento.
Tu espectadora, emperador en el circo romano, crupier en una partida amañada.
Nosotros, somos nada, luego somos todo. Somos todo lo que es nada. Ya es algo.
Mi vida siempre ha sido un puzzle desordenado, pero es que tú eres como una niña caprichosa donde me rompes, me cambias las piezas y lo dejas todo como el huracán, me recuerdas mi caos personal.
Si la nostalgia de lo que no ha sido, de lo que podría ser, de lo que pudo ser, es el futuro, mi identidad es pasado continuo.
Si somos vasos comunicantes de momentos no quiero beberte de un trago, me gustaría entonces beberte a sorbitos, así paladear tu sabor, tu saber.
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